El lupus es una enfermedad del sistema inmunológico que provoca inflamación, enrojecimiento y dolor en distintas partes del cuerpo, aunque los síntomas dependen de cada paciente y del tipo de lupus: puede afectar solo la piel, dañar también las articulaciones, los músculos y casi todos los órganos.

¿Cuáles son los tipos?

  1. Lupus eritematoso sistémico: es el más común y la gravedad de sus síntomas puede variar. Es capaz de dañar múltiples sistemas del organismo: piel, articulaciones, pulmones, sangre, vasos sanguíneos, corazón, riñones, hígado, cerebro y sistema nervioso.
  2. Lupus eritematoso cutáneo: este tipo de lupus provoca lesiones como llagas y erupciones en la piel. Uno de los tipos más comunes es la erupción discoide, caracterizada por su forma de disco bien definida, se trata de una erupción con volumen y escamosa, pero que no pica.
  3. Lupus inducido por medicamentos: existen una serie de medicamentos indicados en el tratamiento de enfermedades crónicas como hipertensión, arritmias, tuberculosis o epilepsia que pueden llegar a provocar lupus. Sin embargo, este tipo de lupus desaparece algunas semanas o meses después de la interrupción del tratamiento.

¿Qué causa el Lupus?    

El lupus es una enfermedad autoinmune. Esto significa que el sistema inmunitario comienza a producir anticuerpos que atacan las células y tejidos del propio cuerpo, en vez de combatir microorganismos nocivos como las bacterias y los virus.

Se desconoce la razón por la que sucede esto, pero no se trata de un mecanismo infeccioso, que se pueda contagiar. Sí parece tener carácter hereditario, aunque su manifestación depende también de que se dé alguno de los factores desencadenantes.

Los síntomas del lupus pueden variar mucho de un enfermo a otro y, habitualmente, no se presentan todos a la vez, los más comunes son:

  • Artritis: dolor e inflamación de las articulaciones, sobre todo en los dedos de las manos, las muñecas, los codos, las rodillas y los pies.
  • Dolores musculares en brazos y piernas.
  • Debilidad y cansancio extremo y persistente.
  • Fiebre sin causa aparente.
  • Erupciones de color rojizo en las mejillas y en la nariz: esta lesión es conocida como eritema en alas de mariposa.
  • Cambios en el color de la piel en la cara y en áreas expuestas al sol, así como otras lesiones escamosas en forma de disco en cara, cuello, orejas, cuero cabelludo y pecho.

¿Cómo puedes tratarse esta patología?

Aunque el lupus no se puede curar, sí puede controlarse, de manera que la persona que lo padece pueda tener una mejor calidad de vida.

En concreto, el tratamiento farmacológico está enfocado a prevenir los brotes, tratar los síntomas cuando se producen y reducir los posibles daños a los órganos y otras complicaciones. Para ello, pueden administrarse medicamentos de distintos tipos:

  1. Antiinflamatorios: reducen los daños que causa la artritis en las articulaciones y alivian los dolores en estas y en los músculos.
  2. Corticoides: ayudan a tratar casi todas las complicaciones de esta enfermedad, pues reducen la inflamación y contribuyen a desactivar el lupus en sus fases activas. La dosis dependerá de la gravedad de los síntomas y, una vez que se mejora, se irá reduciendo progresivamente hasta su retirada.
  3. Inmunosupresores: se prescriben solo en los casos más severos, sobre todo, cuando se producen complicaciones que afectan a los riñones y durante el periodo más breve posible, ya que sus efectos secundarios pueden ser importantes.

Te brindamos algunos consejos para que convivas de una manera más positiva con este tipo de patología:

Hoy en día entre el 80% y el 90% de las personas enfermas de lupus tienen una expectativa de vida igual a la del resto de la población. Si son capaces de adaptarse al ritmo de la enfermedad y a los efectos del tratamiento farmacológico, pueden llevar una vida normal, similar a la de las personas sanas.

1. Conoce bien tu enfermedad: infórmate sobre todo lo relacionado con el lupus y su impacto en la salud. Participa de manera activa en la planificación de tu tratamiento y trata de conocer las señales de aparición un brote, ejemplo: cansancio, dolor o sarpullido, ya que te ayudarán a prevenirlos y a reducir síntomas y visitas al médico.

2. Sé constante con tu tratamiento: una buena adherencia a los fármacos y dosis que el médico te ha prescrito es vital para mantener bajo control los síntomas.

3. Reduce el ritmo cuando sea necesario: ya que la fatiga es uno de los síntomas del lupus, ten claras tus prioridades para poder distribuir bien tu tiempo y energía entre el trabajo y el resto de actividades de tu vida diaria.

4. Duerme lo suficiente: durante los brotes, debes dormir muchas horas, sobre todo durante la noche, e ir reduciendo la cantidad conforme vayan desapareciendo los síntomas. También puedes recurrir a pequeñas siestas para no llegar exhausto al final del día.

5. Presta atención a lo que comes: sigue una dieta equilibrada y saludable, que incluya todo tipo de alimentos, observa si alguno de ellos desencadena o empeora tus síntomas. Si el lupus está activo y no sientes mucho apetito, pueden ser aconsejables los suplementos vitamínicos, aunque siempre debes tomarlos bajo supervisión médica.

6. Practica ejercicio físico moderado: sobre todo en las etapas en que el lupus permanece inactivo, nadar, caminar, montar en bici o practicar otras actividades aeróbicas te ayudará a mejorar tu salud y bienestar. Durante los brotes, realiza ejercicios para ampliar el alcance del movimiento, como estiramientos, que disminuyen la rigidez y aumentan la flexibilidad.

7. Protégete del sol: no te expongas a él de manera directa, sobre todo si eres especialmente sensible a sus radiaciones, ya que la exposición solar puede desencadenar brotes. Usa protector solar para protegerte de los rayos y, si permaneces al sol, ponte sombreros y prendas que cubran brazos, piernas y pecho.

Cada profesional que conforma nuestro equipo está calificado y cuenta con experiencia para orientar al paciente y a sus familiares según sea el caso. Nuestros especialistas están orientados a atender y apoyar al paciente, a sus familiares y al médico tratante en el proceso de recuperación de la salud y el bienestar.

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